¿Puedes romper un corazón con tu lengua?

" La lengua no tiene huesos, pero es lo suficientemente fuerte para romper un corazón. Por eso, ten cuidado con lo que dices..". (Anónimo).
"Una palabra hiere más profundamente que una espada". (Richard Burton).
"Si uno no tiene la mente abierta, también debe cerrar la boca". (Sue -Grafton).
"Una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna de un hombre". (Sófocles).
La llave del mundo son las palabras.
Nada más hiriente que una palabra mal dicha en el momento incorrecto. A veces las palabras hieren más que muchas acciones.
Las palabras son las herramientas que construyen nuestra vida. Está en nuestras manos hablar palabras positivas que nos edifiquen a nosotros mismos o que intencionadamente nos destruyan. Las palabras de ánimo que nos digamos son las que nos ayudan a crecer y a madurar emocionalmente.
Por otra parte, las palabras destructivas que empleemos para autocriticarnos tendrán como misión denigrarnos, bajan nuestra autoestima y perder la esperanza de conseguir nuestros sueños y metas que nos hemos propuesto.
¡Mucho cuidado con lo que te dices a ti mismo!
Debemos tener mucho cuidado y estar muy consciente sobre las palabras que usamos. Las palabras tienen un peso inmenso que pueden sanar o abrir heridas del pasado. El impacto de las mismas pueden herir a las personas que amamos. Las palabras de estímulo tienen el poder de darnos paz y de regenerarnos dándonos nuevas fuerzas para seguir luchando. Para prosperar en la vida no necesito tener suerte. Tu mejor herramienta es empeñarte en conseguir tus propósitos.
Nuestra actitud se delata por nuestras palabras.
En esta vida, es nuestra actitud y nuestras decisiones las que cuentan para progresar. Cuando nos presentamos a una entrevista para obtener una mejor oportunidad de trabajo o quizás vamos a una cita amorosa, si no tenemos una actitud positiva por miedo al rechazo, estos sentimientos serán transmitidos a nuestra pareja o al entrevistador por medio de nuestras palabras. En las palabras que pronunciemos en ese momento está el éxito o el fracaso que obtengas.
Tus palabras te delatarán y el empleador querrá o no que tu formes parte de su empresa. Tu pareja decidirá si quiere compartir su vida contigo.
Hay que tener cuidado con lo Que decimos, pero sobre todo con la forma Cómo lo decimos.
Con las palabras se puede casi todo, para bien o para mal. La palabra construye o destruye, alienta o deprime, calma o exaspera, activa el amor o hunde en el desamor.
Hablamos siempre como si de las palabras que vamos a pronunciar dependiera nuestra propia felicidad y la de la persona con la que estamos.
Por último, debes tener en cuenta que tus palabras siempre tendrán unas consecuencias. Por ello es conveniente pensarse bien las cosas antes de hablar.

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